lunes, 15 de septiembre de 2008

Industria impulsa un plan empresarial que aumentará la contaminación eléctrica



Ha comenzado calentito el nuevo curso. Las organizaciones que luchan contra la contaminación electromagnética no podían creerse -si no fuera porque ya están curadas de espanto- la penúltima propuesta del ministro de Industria, Miguel Sebastián. El País lo contaba a la perfección: “El Gobierno quiere convencer a los Ayuntamientos de que poner antenas de móvil es saludable. Y para acabar con las reticencias que tienen las corporaciones locales a dar permiso para la instalación de antenas prepara un plan de incentivos económicos para los ayuntamientos que más colaboren en ampliar la cobertura del móvil dentro de sus municipios”.

De modo que los consistorios que ofrezcan más licencias a las compañías de telecomunicaciones inalámbricas para que ubiquen en su territorio nuevas antenas tendrán más dinero público para, a su vez, desarrollar las tecnologías de la información. Sebastián vuelve a quitarse el disfraz de servidor público y muestra su verdadero rostro de hombre de negocios que aprovecha su cargo público para beneficiar a los intereses privados. Sebastián se suma a la ristra de ministros servidores de los grandes sectores industriales y estratégicos del último capitalismo (el de los nuevos negocios que, si cabe, con más agresividad están poniendo en peligro la vida sobre el planeta).
La medida anunciada está incluida en el nuevo plan de “desarrollo tecnológico” denominado Plan AvanzaDos, que el Gobierno pondrá en marcha antes de finalizar el año y que se extiende hasta 2012, con una dotación superior a los 5.000 millones de euros. Dice Sebastián: “Hay que hacer comprender que las antenas de móvil no tienen ningún perjuicio para la salud”. Eso coincide con el mensaje de las compañías interesadas en la tecnología inalámbrica por microondas: no es una tecnología nociva para la salud y necesitamos más antenas para mejorar la cobertura. El Gobierno así facilita elcamino a las operadoras para vencer las reticencias de numerosos ayuntamientos que, preocupados por los daños a la salud que puede provocar la contaminación electromagnética de dichos aparatos, no quieren colocarlas en sus municipios. Una vez conseguido que muchos ayuntamientos, subvención en mano, cedan ante las pretensiones de las empresas tecnocontaminantes se las premia con dinero para invertrir en más tecnologías de la información que, como es lógico, representará otro nicho de negocio para las mismas compañías. Doble beneficio pues, con dinero público.


Si Sebastián desconoce a estas alturas los numerosísimos trabajos científicos independientes que advierten sobre los posibles graves daños a la salud que conlleva el uso de estas tecnologías es un ministro que nadie merece (Ver: I y II). Si los conoce está mintiendo a la ciudadanía y por ello nadie debería quererle. Personalmente, me inclino por la segunda opción: el ministro no quiso decir la verdad. Le faltó valentía para decir lo que seguramente muchos asesores le han comunicado hace tiempo sobre la contaminación electromagnética, quizá porque el evento donde hizo sus declaraciones estaba organizado por la Asociación de Empresas de Electrónica, Tecnologías de la Información y Telecomunicaciones de España (AETIC), el mayor lobby que hay en España para impulsar estas tecnologías y acallar las críticas. (Ver el capítulo Adictos a la cobertura de nuestro libro Conspiraciones tóxicas).
Es más, el actual Plan Avanza ha supuesto una inversión de más de 5.000 millones de euros inyectados en el sistema en el periodo 2005-2008, y más de 3.800 millones de euros adicionales movilizados gracias a la colaboración de otras administraciones públicas, entidades sin fines de lucro y empresas. Es decir, las compañías del sector están en el Plan Avanza, entre ellas, Sun Microsystems, Bull o Atos Origin, a través del Centro Nacional de Referencia de Aplicación de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (Cenatic), que pertenece a Avanza.


Por cierto, por si Sebastián tiene dudas sobre los daños que la contaminación electromagnética que despide la tecnología inalámbrica puede provocar, recordarle que sólo tres días después de sus declaraciones en el foro de AETIC, el Parlamento Europeo publicó su resolución sobre la Revisión intermedia del Plan de Acción Europeo sobre Medio Ambiente y Salud 2004-2010. El Parlamento considera que “el número de personas que enferman por culpa de factores medioambientales sigue en aumento y que debe establecerse un registro epidemiológico que ofrezca un cuadro completo de las enfermedades vinculadas, parcial o totalmente, a factores medioambientales”. Esta institución, “manifiesta gran interés por el informe internacional BioIniciativa [mencionado en (Ver: I y II)] sobre los campos electromagnéticos, que resume más de 1.500 estudios dedicados a este tema, y cuyas conclusiones señalan los peligros que entrañan para la salud las emisiones de telefonía móvil, tales como el teléfono portátil, las emisiones UMTS-Wifi-Wimax-Bluetooth y el teléfono de base fija DECT”.

Todas estas tecnologías suelen impulsarse en nombre de un progreso, bienestar, desarrollo, calidad de vida, que tantas personas cuestionan por su errado camino y que no quieren tener sobre sus cabezas (las antenas) o pegado a la oreja (el móvil) o en sus ordenadores (el WiFi emite gran cantidad de radiaciones lo que no ocurre con el ADSL por cable). Es necesario abrir un debate social, ahora inexistente por la exitosa labor de lobby que, como puede comprobarse, están haciendo las empresas con intereses en este lucrativo a la par que peligroso negocio.

Miguel Jara

jueves, 4 de septiembre de 2008

La vacuna contra el papilomavirus humano o el triunfo del marketing

EL MUNDO.-


  • En España 6.000 personas han pedido que se retrasen los programas de vacunación.


  • Algunos expertos critican la presión de la industria para acelerar su aprobación.


  • Previene lesiones precancerosas pero aún no ha mostrado eficacia a largo plazo.

MARÍA VALERIO
MADRID.- Una treintañera espera su turno en la consulta del ginecólogo mientras se entretiene leyendo un cartel en la pared sobre la nueva vacuna del papilomavirus. Al entrar, le pregunta a su médico si ella debe ponerse la inyección. "Pensaba que se trata de una terapia para niñas y adolescentes que aún no han mantenido relaciones sexuales...", musita ella, que acude religiosamente a su revisión anual. Su especialista le responde que le costará alrededor de
400 euros recibir los tres pinchazos necesarios, pero que no estaría de más que se la pusiera.
La escena se repite desde hace meses en las consultas españolas a medida que el cáncer de cuello de útero ha dejado de ser un tumor casi desconocido (y minoritario) para pasar a ser protagonista de una gran campaña de marketing.
El diario estadounidense
'The New York Times' ha publicado esta semana en su portada un largo análisis en el que destacados investigadores manifiestan sus dudas por los métodos que las compañías fabricantes de la vacuna han empleado para crear en los padres la necesidad ("la urgencia") de inmunizar a sus hijas.
El virus del papiloma humano se transmite por vía sexual aunque la mayoría de las infecciones que provoca desaparecen por sí solas. Sólo si el problema persiste y no se detecta a tiempo (mediante una citología, por ejemplo) puede llegar a desarrollarse un tumor maligno en el cuello del útero. Las dos vacunas en el mercado (Cervarix, de GlaxoSmithKline; y Gardasil, comercializada en España por Sanofi Pasteur MSD) están diseñadas para prevenir la infección por cuatro cepas del virus: el 16 y el 18, causantes del 70% de los tumores; y el 6 y 11, responsables de las verrugas genitales.


Eficacia probada, dudas pendientes


En el terreno científico nadie duda de la eficacia científica de ambas inyecciones. Sin embargo, cada vez son más las voces que subrayan las cuestiones aún no resueltas de la terapia, y que critican la prisa con que se ha autorizado su uso a gran escala. ¿Cuánto dura su protección? ¿Será necesaria una dosis de recuerdo al cabo de ciertos años? ¿Cómo afectará a la inmunidad natural del organismo contra el virus? ¿Es más rentable para el sistema sanitario que la citología capaz de detectar las lesiones precancerosas? ¿Creará en las mujeres una falsa sensación de protección?
En nuestro país,

más de 6.000 personas han firmado ya un manifiesto a favor de una moratoria en la aplicación de la vacuna en nuestro país. Un documento que solicita "un período de reflexión, de seguimiento en poblaciones reales (...) para solventar las dudas razonables que existen sobre la idoneidad de este programa de vacunación en España".
El texto, que promueve el catedrático de Salud Pública de la Universidad de Alicante Carlos Álvarez-Dardet, señala que para cuando se empiecen a prevenir los primeros casos de cáncer de cuello uterino en España, "dentro de 30 años", el Sistema Nacional de Salud se habrá gastado unos 4.000 millones de euros. Prevenir una sola muerte por cáncer de cérvix habrá costado alrededor de ocho millones de euros, apuntan, sin ahorrar nada del actual sistema de detección precoz mediante citología, que sigue siendo recomendado incluso aún estando vacunada.
Y es que el cáncer de cuello de útero sigue siendo, a pesar de lo que pueda parecer, una enfermedad de los países en desarrollo, donde carecen de los medios para hacer un cribado adecuado mediante citologías. Organizaciones como la de Bill y Melinda Gates están centrando sus esfuerzos en que la terapia esté disponible a bajo precio en los
países de África y Latinoamérica, allí donde la incidencia de este cáncer femenino es mayor. En España se diagnostican 2.000 cánceres de este tipo al año (una de las cifras más bajas de Europa), que provocan alrededor de 600 muertes.


Estrategias publicitarias


"El problema es que se ha comercializado demasiado pronto", explica Álvarez Dardet a elmundo.es. "Pueden aparecer efectos secundarios desconocidos hasta ahora, y tampoco sabemos a ciencia cierta si la vacuna previene las muertes por cáncer de cuello de útero". Los Centros de Control de las Enfermedades (CDC) de EEUU han recibido por ahora 9.749 notificaciones de reacciones adversas tras el pinchazo, ninguna de ellas graves, pero que sí serán investigadas.
Este catedrático es una de las voces críticas con las técnicas de marketing utilizadas por las compañías fabricantes de la vacuna para crear en la sociedad la sensación de que es necesario vacunarse.
Él mismo solicitó al organismo de autocontrol de la publicidad la retirada de una campaña por publicidad engañosa, que contaba con el aval de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) y la Asociación Española de Pediatría. "Cuál fue mi sorpresa cuando me respondieron por escrito diciendo que una compañía farmacéutica había decidido retirar la campaña 'Cuéntaselo'", relata. Este documento, que obra en poder de elmundo.es, no hace ninguna referencia a las dos sociedades que ponían su sello en la campaña (cuya

página web está también desactivada desde entonces). "En España", recuerda este especialista, "la publicidad directa de fármacos está prohibida, pero éste era un buen disfraz".
El presidente de la SEGO, José Manuel Bajo Arenas, no niega esta acusación, pero insiste en que "sólo ponemos nuestro sello en temas razonables". Según este especialista, "de las mil cosas organizadas por la industria, de todo lo que han orquestado, hay algunas cosas que nosotros sí hemos respaldado. Otras no".

Pero Álvarez Dardet no se corta al criticar que estas sociedades científicas "están defendiendo más los intereses de la industria que de las mujeres y niñas" y añade que "están minando su credibilidad". El ginecólogo responde que la sociedad científica respalda únicamente los datos de los ensayos llevados a cabo hasta ahora, "que dicen que la vacuna es muy eficaz y que sin duda va a beneficiar a las adolescentes".
Sin embargo, el catedrático cuestiona que no haya aparecido ningún estudio nuevo sobre la vacuna en el último año y medio en las revistas médicas de prestigio que sí recogieron los trabajos iniciales.


Presión de la industria


En esta polémica, concluye, se mezclan a partes iguales la evidencia científica y la ética empresarial. El diario NYT denuncia por ejemplo las ingentes cantidades de dinero invertidas por la industria en actividades con grupos de pacientes, asociaciones de padres y conferencias de reputados expertos ("a 4.500 dólares por charla"). Ninguna de las dos compañías que venden la vacuna en España han querido facilitar a elmundo.es datos sobre las cantidades de dinero invertidas aquí en promoción o marketing.
"Toda esta presión está haciendo que la gente piense que es un mal padre si no vacuna a sus hijos", ha declarado Abby Lippman, profesora de la Universidad canadiense de McGill. "Merck [que comercializa Gardasil en EEUU] ha creado un sentimiento de pánico, de que hay que vacunarse ya", añade por su parte Diane Harper, una de las principales investigadoras de los estudios iniciales de esta terapia. "Debido a esta agresividad me temo que todo ha ido demasiado rápido". Gardasil sólo tardó seis meses en ser autorizada por la agencia estadounidense del medicamento (FDA) cuando este plazo suele rondar hasta los tres años.
Una de las principales preocupaciones de los especialistas es cuánto durará la protección que confiere la vacuna, algo que los ensayos no han podido certificar de momento porque sólo llevan cinco o seis años de seguimiento. "Es evidente que es una incógnita en el aire", reconoce Bajo Arenas, "pero se irán despejando".
El coste de la terapia tampoco ha pasado desapercibido; mucho más cara que una vacuna cualquiera de otro tipo. "Los altísimos costes de la vacunación atacan a la sostenibilidad financiera, no sólo del calendario vacunal sino de todo el servicio de salud pública", defiende el manifiesto, que firmó el actual director general de Salud Pública, Ildefonso Hernández Aguado, cuando aún no ocupaba este cargo público y ejercía como presidente de la Sociedad Española de Epidemiología.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

La psiquiatrización del malestar social



Dicen que los nuevos malestares de esta época hiperconsumista y absolutamente ególatra ya no son consecuencia de las relaciones de producción. Que ese malestar no requiere de una lectura social, mucho menos política. Porque esa pesadumbre es privada, cosa de cada uno, de su desajuste, culpa de cada cual, porque no ha sabido estar a la altura del tiempo o el destino. Creo que ello viene a confirmar las estrategias de individualización y patologización de numerosos malestares modernos. ¿Qué ha pasado? Hace años, en la década de los ochenta, perdimos la virginidad utópica, aquella que aún nos mantenía como guerreros del antifaz contra la tiranía social, como sujetos políticos, actores del tiempo y artífices de la historia. La posmodernidad nos desvirgó y con ella perdimos la noción del presente. Y entonces la realidad se reconvirtió en un lodazal en barbecho. Y así, poco a poco, nos fuimos abandonando por obra y gracia del relativismo narcisista al nihilismo paralizante, renegando incluso del futuro. Entonces nuestras biografías se fragmentaron, olvidamos los relatos emancipatorios, primamos la estética sobre la ética y la egolatría hiperconsumista sirvió para justificar desde las flexibilidades del mercado hasta la contención histórica de nuestros cuerpos. Y las viejas solidaridades de clase sangraron tras las grietas que se abrían en el interior de las debilitadas estrategias de la histórica protección comunitaria. El espacio se remodeló y la deslocalización sirvió para perpetuar las distancias entre los sujetos descaracterizados a los que las carnes se les abrían arrojándolos a una confortable intemperie. Sabíamos, y sabemos que algo va mal. Y es que la política ha sido derrotada como arma de combate y el derecho al yo por encima de todo ha tratado de compensar la creciente despolitización de las relaciones sociales. Y sin embargo, la felicidad anunciada no llega. Y todo se llena de consejeros psicologistas, manuales de autoayuda, utopías ingenuas que crecen en medio de una creciente desertificación social. Y los dogmas religiosos se rearman y vuelven a emerger como sustitutos de las convicciones abandonadas por aquella razón combativa sepultada entre los lirios de la historia inacabada.
Y es que ahora, el viejo conflicto social, el que nos inspiró y animó a las barricadas, reconvertido en conflicto global explicativo de todas las resistencias, se ha despolitizado reconvirtiéndose en un asunto personal aupado tras la victoria del yo narcisista. No esperéis lectores, ninguna resistencia de unos sindicatos algodonosos y claudicantes ante la deforestación sociolaboral de nuestras relaciones mercantiles, no esperéis nada de las agencias de voluntarios que inundan el mundo; excepto su meritoria, reconocida y siempre excitante pasión por el prójimo. Pero marcadamente neutral e institucionalizada. No esperéis nada de las agencias sociales, de los grupos institucionalizados de presión social, no esperéis nada porque todo ello forma parte de una estrategia de contención del conflicto social, cada vez menos politizado y más blindado en su lectura y posibles alternativas de cambio social real.
Pero el conflicto sigue dejando víctimas. Muchas aguardan en la larga lista de los centros de salud mental, en los despachos privados de los psicólogos, en los servicios sociales o en el paro puro y duro. Son los que sobreviven a pelo, los alprazolanizados y quienes han somatizado la dureza de una vida sin redes de protección en la fibromialgia social de nuestros días. Y es que las biografías personales se han despolitizado, el sufrimiento se ha desocializado y reconvertido en un problema absolutamente privado donde el individuo psiquiatrizado y asistencializado, es aconsejado por psiquiatras, jueces y asistentes sociales, el triunvirato profesional de la contención social que responde a la asistencialización de la nueva lucha de clases. Surge así una lectura acrítica donde el malestar social pierde significado político y éste se normaliza y se integra como malestar privado.
Guillermo Rendueles, un psiquiatra-escritor asturiano y Santiago Alba Rico, uno de los intelectuales españoles más lucidos del momento ya nos avisaron hace tiempo de esta deriva en sus magníficos análisis. Con ellos coincido en reconocer que por las consultas siquiátricas pasa el 30% de los pacientes del área sanitaria. Que ese 30% tenga problemas de salud mental es otra cuestión que Castilla del Pino define como la inflación del sistema absolutamente mediatizado por la psiquiatrización dirigida desde las multinacionales farmacéuticas. No obstante esta privatización del conflicto social, desde mi punto de vista, viene determinado, y en ello coincido con los autores citados, por ciertas posiciones ante el propio conflicto. Posiciones que básicamente resumen los modelos relacionales con el propio acontecer diario, sus problemas y la forma de transferir responsabilidades entre los sujetos histórico-políticos y las instituciones.
La posmodernidad inauguró una serie de derechos basados en la primacía del yo. Ese yo hiperconsumista de deseos, satisfacciones y hedonismos individualistas, ajenos a las consecuencias que generan, nos ha eximido de nuestra responsabilidad conductual. Las cosas ocurren, nos pasan y acontecen sin que ningún sujeto asuma responsabilidades. Los sucesos y las acciones se sitúan en el limbo, sin gravamen alguno. Y es que la experiencia vital carece ya de enseñanzas porque la propia realidad está desdramatizada. Porque la hiperindividualización ha fagocitado toda lectura crítica y política de la realidad permaneciendo los sujetos ajenos a los compromisos. Pero también los Estados, las instituciones y las administraciones públicas se han inhibido de cualquier responsabilidad transfiriéndola al individuo enaltecido y blindado por los derechos del yo consumista. El largo millón de victimas civiles de Irak no es responsabilidad de nadie. No es ningún drama porque nadie se hace cargo de su sangre.
Y es que desde hace tiempo las políticas públicas patologizan e individualizan aquellas biografías, itinerarios o sucesos que escapan a los procesos de normativización y normalización social. El sistema de salud o el sistema de los servicios sociales victimizan los procesos personales haciendo creer al sujeto que él es el culpable de su situación. Reconversiones, paro de larga intensidad, precariedad laboral, exclusión social, pobreza endémica, divorcios, estrés, ansiedad, se envuelven en nuevas categorías gnoseológicas que explican los nuevos problemas sociales, problemas por otra parte absolutamente despolitizados en su análisis y significado. Por ejemplo, los Servicios Sociales han inventado herramientas de normativización social como la Búsqueda Activa de Empleo, los acuerdos de incorporación, el itinerario de inserción y otras lindezas técnico-burocráticas, descontextualizadas de la realidad social en las que los sujetos patologizados y desautorizados se ven obligados a desprenderse de su protagonismo histórico. Ya no interesan las causas que han generado esas biografías de la pobreza, el abandono o la desesperación, como si los sujetos hubiesen elegido su propia miseria. Nada se opina sobre las condiciones y relaciones laborales, sociales, familiares, patriarcales, sexistas o de dominación. Nada sobre la inseguridad, las infraviviendas, los salarios parciales, los talleres ilegales y las múltiples formas de explotación invisible. Nada. Como si sólo nos interesara asistencializar a quienes van a la deriva, a quienes no asimilan su naufragio voluntario o a los espíritus agrietados, esos para quienes el porvenir es una larga agonía sin desenlace.

martes, 2 de septiembre de 2008

Las conclusiones de la OMS o como "descubrir" la pólvora luego de 60 años de existencia

Rebelión-
Por esas cuestiones típicas de la hipocresía neoliberal, hemos asistido en estos días a la presentación del informe Determinantes Sociales de la Salud de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Leer en el año 2008 que especialistas de esa organización internacional con sede en Ginebra, declaran finalmente que salud y enfermedad se relacionan con las constantes situaciones de desigualdad e inequidad propias de un sistema de explotación y exclusión basado en el sometimiento de poblaciones enteras a los grandes intereses económicos, no deja de ser patética o cuanto menos indignante.
La Cuba socialista es el claro ejemplo de cómo un sistema político y económico pensado para el pueblo, puede generar un nivel de vida adecuado y un concepto de atención en salud que abarca sin exclusiones a todos y a todas.
"La combinación nefasta de pobres políticas sociales y circunstancias económicas injustas está matando a la gente a gran escala", afirmó el presidente de la Comisión de la OMS, Michael Marmot. Pero…a que le llama Marmot circunstancias económicas injustas? Son circunstancias? O le llama de esa manera a los ejes de las políticas neoliberales que justamente basan su accionar en la desigualdad económica, en la inexistente redistribución del ingreso, en el imperio de las multinacionales que empobrecen a la casi totalidad de la población de América latina, el Caribe, África y Asia avalados por los gobiernos locales? Son "circunstancias económicas" el hambre que padecen selectivamente más de 900 millones de personas en el mundo? En el 2006, el Director General de la FAO informó que esta cifra aumentaba a razón de 4 millones de personas al año, pero tal aviso no generó absolutamente ninguna respuesta efectiva, salvo el incremento de los precios de los alimentos, las políticas de ajuste y pauperización más salvajes.
Y cuando habla de "pobres políticas sociales"? Acaso no son éstas el resultado del más crudo accionar neoliberal (apoyado también por ese Organismo) que resultó en la extinción de toda política pública que posibilitara el acceso a la salud, la educación y los derechos humanos más elementales de grandes sectores de la población?
Necesitó la OMS más de tres años para concluir en el trabajo presentado que "no existen razones biológicas" para que la esperanza de vida varíe hasta más de 40 años de un país a otro o de una región a otra de un mismo país.
Todos los datos estadísticos -que por otra parte no solo son impecablemente presentados en este Informe, sino en decenas de informes de ese Organismo desde hace muchos años- hablan de la existencia de dos mundos, de quien domina y quien es dominado, pero en suma de un solo sistema político que desde su misma génesis provoca las disparidades necesarias para su subsistencia.
La directora de la Oms, Margaret Chan, realizó un apelo a todos los países a fin adoptar medidas encaminadas a mejorar la vida de la gente y planteó el objetivo de lograr la equidad sanitaria "en el lapso de una generación", como si eso dependiera del mero voluntarismo de los implicados o implicadas y no respondiera a un orden claramente establecido que concierne a la égida de las políticas neoliberales diseñadas por los grupos de poder económico que dominan a escala mundial.
"Reducir las desigualdades en materia de salud es un imperativo ético. La injusticia social mata a la gente a gran escala", descubren los especialistas de la comisión de la OMS y recomiendan tardíamente a los países que implementen sistemas de salud financiados con dinero público
No hay manera de mejorar esas cifras que tanto preocupan a la OMS y que quedan dramáticamente plasmadas en este Informe, en la medida en que lo que cambie no sea el sistema neoliberal imperante.… Y de esto, aunque parezca que recién se está enterando, la Organización Mundial de la Salud sabe bastante.
Al inicio de la década de los 80 la oleada neoliberal también aterrizó en la OMS. Eran momentos en que los efectos de las políticas privatizadoras de mercado (lideradas por EEUU) comenzaban a imponerse sobre el sector público desarticulando lo ya existente y reduciendo drásticamente las inversiones al sistema de salud pública hasta prácticamente aniquilarlo. La Organización Mundial de la Salud acompañó este proceso junto al resto de las agencias internacionales aliadas al eje de dominio neoliberal y avanzó en un discurso sanitario más pertinente del FMI que de un organismo internacional de salud.
El investigador Enrique González, especialista en Derechos Humanos, señala la fuerte polémica desatada con el informe de la OMS del año 2000 en el cual se clasificaron los países en función de sus sistemas de asistencia sanitaria utilizando indicadores claramente neoliberales sustentados en paradigmas del sistema de privatización de salud.
Así, de acuerdo a este informe, Colombia (que contaba con la incorporación reciente de seguros médicos privados) quedaba por encima de Cuba, que desde ya revelaba un sistema público de salud accesible y de calidad.
También fue una prueba de su compromiso con los grandes grupos de poder, la reticencia de la OMS para incorporar los medicamentos genéricos en el tratamiento del VIH SIDA, medida que involucraba directamente a las multinacionales farmacéuticas.
En una noticia aparecida en el diario El Mundo (España) el 17 de septiembre de 2001, Brundtland que era en ese momento directora general de la Organización Mundial de la Salud, calificó de "tragedia" la muerte de personas por no tener acceso a determinados medicamentos disponibles en el resto del mundo, por lo que si bien el sistema de patentes tenía que continuar, debía al tiempo modificarse para lograr "que los precios de los fármacos bajen en los países pobres".
Un somero análisis de los términos del discurso de la ex directora evidencia el perfil economicista de sus conceptos, más propios de una entidad financiera que de una agencia internacional de salud.
Y hablando de entidades financieras, Damien Millet y Eric Toussaint, publicaron una nota hace pocos días, motivada en el repentino descubrimiento del Banco Mundial de que hay «400 millones de personas más de las que se pensaba, viven en la pobreza». Una muestra más del objetivo central de estas organizaciones que no es sino como dice Toussaint la de avalar las políticas neoliberales impuestas al mundo por sus propios expertos.
Ciertamente estamos en una época de prístinas revelaciones, solo nos resta conocer que se hará con esa información, que medidas concretas se pondrán en marcha para revertir desde ya la ignominia que se cierne sobre miles de millones de personas de todo el planeta.
No debemos esperar nada de ninguna de las agencias internacionales. Tienen marcado un camino indefectible. Debemos ser nosotros y nosotras, que integramos esa otra parte de la historia, que estamos del otro lado, que sostenemos un claro compromiso social quienes nos aliemos con toda la gente para llevar adelante esta lucha.
No aceptemos pasivamente este tipo de discursos, que hoy descubren 400 millones más de pobres al tiempo que aplican políticas de ajuste. No admitamos que la OMS en un rapto de lucidez nos diga que la combinación nefasta de pobres políticas sociales y circunstancias económicas injustas está matando a la gente a gran escala, cuando ha sido una de las grandes responsables de este estado de cosas y hasta el momento no se ha detectado un giro en su accionar.
Si hay neoliberalismo, no hay cambios estructurales a favor de la gente. Si hay neoliberalismo hay pobreza y exclusión. Si no, piense usted en los 6 millones de niños y niñas que mueren al año a consecuencia del hambre y la desnutrición. Si, 6 millones. Se da usted cuenta?

El informe de la OMS

Rebelión-
La Organización Mundial de la Salud, luego de tres años de arduo trabajo, ha presentado en Ginebra un informe sobre los determinantes sociales de la salud, en el que se concluye que las condiciones sociales determinan la buena o mala salud de las personas.
A ello, que no a razones biológicas, atribuye el informe que la esperanza de vida varíe hasta más de 40 años de un país a otro.
Demás está decir que uno está muy de acuerdo con el informe, pero me admira que hayan necesitado un informe de tres años de gestación, a estas alturas, para llegar a tan peregrina conclusión.
Cierto que, cuando leo las declaraciones de Michael Marmot, presidente de la Comisión de la OMS que presentó el informe, empiezo a entender las insospechadas dificultades de arribar a semejante conclusión por lo esmerado de los eufemismos en que lo explica: “la combinación nefasta de circunstancias económicas injustas y políticas sociales pobres, está matando a la gente a gran escala", pero para semejantes equilibrios semánticos tampoco necesitaban tanto tiempo y recursos.
Denunciar, a estas alturas, que en los países ricos se viven más años que en los países pobres y que no es la casualidad la que determina que la esperanza de vida de una japonesa sea de 86 años y la de una zambiana de 43, es algo que yo mismo les podría haber contado en dos minutos y usando uno para tomar agua.
El informe ilustra la realidad del mundo a partir de las estadísticas que maneja, el que en Islandia mueran sólo dos bebés por cada mil nacidos mientras son 120 en Mozambique, o que sólo una sueca muera al dar a luz entre 17.400 partos cuando en Afganistán muere una parturienta por cada 8, pero el informe en sí nada descubre y sus recomendaciones siguen siendo demasiado vagas.
Instar a la unidad de todos, de gobiernos, de organismos, de la sociedad civil, para mejorar la vida de los seres humanos, o es una gilipollez o es un rasgo de lesa ingenuidad. En el fondo, el informe no es más que otro informe más que agregar a los otros informes, para que todos estemos informados de lo poco que valen los informes.